¿Haces publicidad?

La ciudad no es segura. Ya lo sabemos. Hay que cerrar bien el auto porque, de lo contrario, es posible que cuando vuelvas ya no lo encuentres. Ya lo sabemos también. Que los grupos de delincuentes a diario hacen de las suyas. También lo sabemos.
Que ayer asaltaron a Fulanita o Perenganita. También ya lo sabemos. Que ayer o anoche robaron, mataron o balacearon. Que las autoridades no hallan qué hacer con tanto maldito delincuente. Si, es algo que ya conocemos.

Las noticias están llenas de notas amarillistas y reportajes de víctimas de robos, asaltos, secuestros y de cuanta barbaridad se pueda imaginar el ser humano.
¿Entonces?
¿Será necesario que uno también contribuya a ese ambiente de inseguridad? ¿Es realmente indispensable hacerle más publicidad a esa gente? ¿Vale la pena desperdiciar nuestros valiosos minutos en hacer ese tipo de comentarios que solo contribuyen a promover ese ambiente de inseguridad?
¿Para qué quiero saber que amaneció alguien degollado o mutilado en tal o cual lugar?¿Qué gano sabiendo eso? Absolutamente nada. Me recuerda algo de lo que ya estoy perfectamente enterado.
De hecho hay estudios científicos que aseguran que el escuchar ese tipo de notas, producen que el sistema inmunológico se debilite.
Muchos robos, miles de asaltos, cientos de secuestros, delincuencia, violencia, violaciones, corrupción, tranzas y mentiras.
Podría asegurar que más de alguno de los que acaba de leer esto, sintió algo de debilidad. Quizás mínima. ¿Porqué promueven esto? Ya lo sabemos, no es necesario dar más difusión de la que ya tienen. No es evitar la realidad, sino evitar darle aún más publicidad.
Ayer le dí dos pesos al señor que limpió el parabrisas de mi auto y me sonrió.
Cuando llegué al siguiente semáforo, ya no tenía monedas para darle a una señora que pedía limosna. Sin embargo, con una sonrisa me dijo “Gracias, que Dios lo bendiga”.
Hace unos días, un señor de edad avanzada, por su propia iniciativa me ayudó a detener un carrito del supermercado mientras yo bajaba un paquete de pañales.
En un crucero donde no funcionaba el semáforo, un buen samaritano se detuvo y me cedió el paso, sin que yo se lo pidiera.
Hace meses no tenía efectivo para pagar la reparación de una llanta ponchada. El cajero automático de una tienda departamental no funcionaba. Y la persona que me estaba cobrando se ofreció a prestarme dinero, y ni siquiera me conocía.
En una ocasión encargamos comida para llevar. Cuando pasé a recogerla, el cajero me cobró menos de lo que yo tenía pensado pagar. Pude quedarme callado e irme pagando menos. Pero le hice la observación y me comentó que era día de oferta y por eso el costo era menor.
Hay gente honesta, hay gente buena.
¿A ellos quién les hace publicidad?
No todo es malo. No todo es violencia y delincuencia.
Los buenos somos más. Pero, lamentablemente, a nosotros nadie nos hace publicidad.