Todavía falta mucho.

Todavía falta mucho. En seis años es muy difícil que un país entero cambie. Sin embargo, a los políticos y sus partidos les falta espacio en las calles y en los medios de difusión para decir que ellos son quienes van a cambiar el país. Ellos sí harán las cosas “diferentes”… por favor.

Ya es costumbre prometer acciones, mejoras y programas de apoyo. Pero la realidad es que, llegando a la presidencia, el senado formado por los partidos de oposición le darán un rotundo “no” a sus propuestas. ¿Por qué? Porque no quieren que un presidente de un partido contrario desarrolle bien su trabajo. Los errores son del presidente, los logros son del senado, esa es la mentalidad. Si alguna propuesta del presidente llega a aceptarse, se jactan de  que son los diputados y senadores quienes aceptan y respaldan las propuestas, por lo tanto son ellos los responsables de todo lo bueno que pasa en el país.
Sin embargo, ni así es factible, a corto plazo, un cambio verdadero.

La misma gata revolcada.

Basta con prestar atención a su alrededor: la gente no respeta las señales de tránsito, se cruza la calle cuando el semáforo está en rojo, tiran basura donde no se debe, se meten en la fila de las tortillas, se forman en la caja rápida con su carrito lleno siendo que solo pueden llevar diez artículos; se estacionan en lugares para discapacitados, se encuentran una cartera y no la devuelven (o peor, la encuentran, le llaman al dueño y le piden dinero para poderla entregar), se “cuelgan” de los postes de luz para no pagar por el servicio, comparten señal de cablevisión para no pagar por un contrato, se consiguen trabajos gracias a palancas- no por contar con la capacidad ni aptitudes necesarias, si compran algo en la tienda de la esquina y reciben cambio de más, se quedan callados, exigen derechos pero no quieren obligaciones.

Debí prestar atención en la clase de mate.

Hay hombres (y estoy seguro que mujeres también) que les mienten a las esposas, tienen amantes, dicen que están trabajando cuando andan de volados con otras mujeres. Son deshonestos con su pareja y con ellos mismos.
Medio trabajan porque “medio les pagan”. Si un tránsito los detiene, de inmediato se ofrecen mordidas para evitar pagar una multa costosa o bien para ahorrarse la vuelta a la oficina de tránsito de su localidad.
En las escuelas, los alumnos que pagan son quienes tienen derecho de asistir, así sean los engendros del mismísimo demonio. Quienes tienen dificultades económicas (que generalmente son a los que sí les interesa estudiar), se les sanciona, en lugar de considerar su nivel académico y se les permita el acceso libre a la escuela.
Compran películas piratas y lo presumen: “Mira, esta se ve muy bien”-dicen. ¿Qué no una parte indispensable de una película es que se pueda ver? Les parece bien comprar películas piratas pero se molestan si les roban el bolso o la cartera, siendo que el principio es el mismo.

¿Cómo la ve, pareja? ¡Esa todavía no la estrenan en el cine!

Ven el poster de un político y piensan “maldito rata, solo le interesa quitarnos el dinero”, siendo que la piratería es un también un robo.

La gente lleva a su mascota a pasear al parque. Y cuando dejan un poco de sus desechos, los dueños suelen hacerse de la vista gorda dejando el “paquetito” para que alguien más lo limpie. ¿Cómo se puede exigir así que un gobierno haga lo que el resto de la población no hace?

No soy promotor de ningún partido. Ni defiendo las acciones de las autoridades.
De los actuales candidatos a la presidencia, la señora “diferente”, el guapito del tricolor, el necio señor del amarillo, y el antes desconocido señor con nombre de figura geométrica, no se hace uno. NI UNO.

Las propuestas son las mismas, los partidos no cambian. Pero los candidatos sí. Esos cambian de partido como de calzones, con la esperanza de quedar en un puesto de poder político. Así de enfermos de poder están que ignoran su ideología y sus principios políticos a como mejor les convenga. Todos están buscando su propio interés. Y si alguno en realidad quisiera hacer algo por el país, el montón de ineptos senadores y diputados, no se los permitirán.
¿En realidad creen que los senadores aceptarán una propuesta que les retire el fuero? ¿O una propuesta que les limite sus privilegios o les reduzca el sueldo?…por favor.

Desquitando el sueldo con el sudor de su…

Si les llegan a reducir el sueldo, entonces comenzarán las verdaderas propuestas que nos beneficien a la gran mayoría de los mexicanos. Porque apenas así, pueden ponerse los zapatos de varios millones de mexicanos que diariamente buscamos cómo sobrevivir.

Note que todos los candidatos de los últimos años proponen una “nueva fuerza policiaca” o una “policía de prevención de delito” o una “agencia especializada en la prevención del crimen organizado”. Pueden ponerle el nombre más bonito y sofisticado que quieran, pero el producto es el mismo. Dudo que para disminuir la delincuencia se necesiten de más y más policías. Es evidente que son los mismos policías quienes se organizan para cometer los delitos. Quiero pensar que no todos los policías son así. Deben existir agentes honestos y que hacen su trabajo como debe ser.
Pero el país no necesita más policías, sino menos delincuentes. Y no hablo del que roba o mata. Eso es obvio, todos estaríamos mejor sin esas personas, pero son la minoría.
Me refiero a los que hacen tranzas. Profesionistas que se jactan de “derechos” o “éticos” que con mordidas se hacen de contratos o de ofertas de trabajo. El conductor que se pasa los altos poniendo en riesgo al resto de los conductores. Al que soborna al director de una escuela para que su hijo no repruebe el año. El que compra películas piratas en la calle, o va a Tepito para comprar programas de computadora baratos y poco funcionales. La señora que se mete a la fila rápida con 800 artículos en lugar de los diez permitidos, o el que hace que saluda al tránsito y entre los dedos se va un billete de Morelos.
¿Cuándo se dará un verdadero cambio en el país? Cuando nosotros como ciudadanos seamos dignos y merecedores de ello. No digo que no lo seamos, sino que los gobernantes deberán percatarse de que la gran mayoría de los mexicanos no son tranzas, no sobornan y no dicen mentiras para salirse de un problema. Cuando seamos más los honestos, los responsables, que los deshonestos y apáticos, entonces el país va a cambiar.
Así es que vote por quien vote, el país no cambiará en seis años. El verdadero cambio se tiene que dar desde adentro. Es como querer que el trabajo caiga del cielo, sin mover un solo dedo. Sin repartir solicitudes o asistir a entrevistas. Que el gobierno me solucione la vida mientras yo veo tele con mi señal de cable que comparto con el vecino. Es absurdo.

Ahorita en el comercial llevo la solicitud.

Siendo honesto, espero tener vida para alcanzar a ver un cambio verdadero en este país, o por lo menos sus inicios, no solamente ver un cambio de rostro cada seis años, en la misma silla del presidente.